La presión arterial elevada durante el embarazo es algo grave, que puede complicar la salud de la mamá y del bebé.
Se presenta durante el embarazo y se determina realizando mediciones de la presión arterial en el brazo, por medio de un baumanómetro (instrumento para medir la presión). Esto se lleva a cabo cada vez que acude a su consulta obstétrica, así como un examen de orina para detectar la pérdida de proteínas o infección, evaluar el crecimiento y el desarrollo fetal.
Existen dos tipos de presión: la sistólica (conocida como alta) y la diastólica (conocida como baja). La más importante es la diastólica, que amerita atención especial cuando llega a los 90 mm/Hg y se considera una emergencia obstétrica cuando ésta llega a los 110 mm/Hg y la sistólica a los 160 mm/Hg.
Las pacientes que antes del embarazo ya tenían alta la presión, se conoce como hipertensión arterial sistémica crónica y deben recibir tratamiento durante todo el embarazo, ya que también pueden complicar la salud del bebé o de la mamá.
El origen de la preeclampsia no está del todo determinado, pero la teoría más aceptada es una inadecuada implantación de la placenta hacia el útero (matriz), lo que origina una elevación de la presión arterial. Esta elevación provoca una alteración en el riñón, que a su vez lleva a la pérdida de proteínas e hinchazón de los tejidos, comprometiéndose los órganos maternos como el propio riñón, el hígado y el cerebro. En el feto origina un retardo en el crecimiento, que puede afectar su desarrollo si no es detectado a tiempo.
Normalmente se presenta después de las veinte semanas de gestación, pero puede manifestarse antes o inclusive hasta 6 semanas después del parto. Es mas frecuente en las mujeres que cursan su primer embarazo (primigestas), embarazos logrados por fertilización in vitro, deficiencia de vitamina D, embarazos múltiples, diabetes y en mujeres de raza negra. Esta enfermedad sucede en el 10% de los embarazados. El consumo frecuente de alimentos ricos en sal e incrementar mucho de peso durante el embarazo, pueden favorecer su aparición.
Su forma mas grave es llamada eclampsia, provocando convulsiones en la madre como respuesta a un edema cerebral y amerita atención hospitalaria urgente e inmediata.
El tratamiento definitivo es la interrupción del embarazo, ya que al retirar la placenta se termina el problema. Sin embargo, el momento en que se realice dependerá de la gravedad de la enfermedad, así como de la salud y madurez del feto.
Lo más importante es la prevención y detección temprana.
Dr. Sergio Estévez González
Ginecobstetra / Biólogo de la Reproducción Humana
Director de Ob´s
Director de Diagnóstico y tratamiento en Salud Reproductiva