Los niños son libres por naturaleza: brincan, corren, ríen, lloran, cantan, juegan, preguntan. Son curiosos, inquietos, inocentes, e impacientes.
Nuestra responsabilidad como padres es inculcarles valores, educarlos, orientarlos, pero sobre todo, amarlos.
¿Cómo encontrar el justo medio entre la disciplina y el amor?
Nadie ha dicho que sea fácil, con el ajetreo diario es fácil perder la paciencia. A veces lo más sencillo es un grito, un castigo o inclusive un golpe, sin embargo, la violencia jamás será el camino para corregir a nuestros pequeños.
Imponernos por la fuerza es un camino equivocado. Quizás se logre un resultado rápido pero el daño emocional es grave. Si obedecen será por miedo y sometimiento más no por convicción.
¿Cómo se explica un niño el maltrato de quien debiera cuidarlo y protegerlo?
¿Cómo puede distorsionar la realidad para ajustarla a su confusión? Si no puedes controlar tu ira al momento de corregir a tus hijos, entonces quien tiene un problema eres tú.
“La paciencia y el respeto son esenciales cuando estamos educando a un hijo”.
Debemos entender que son diferentes a los niños que nosotros fuimos, simplemente porque era otra época.
Esto no significa que ahora tengamos que ser permisivos y que ellos puedan hacer lo que quieran.
Los padres nunca deben perder su autoridad
Pero no es lo mismo un tono de voz firme y contundente que unos gritos histéricos. No es lo mismo un: “te voy a quitar el celular un mes” que: “tu celular se queda en mi custodia por tres días”. No es lo mismo, “eres un flojo” que: “me voy a quedar aquí hasta que recojas tu ropa”. No es lo mismo, “te quedas encerrado” que: “cuando termines tu tarea, puedes salir a jugar”.
Los límites son importantes y la forma en que les hablamos a nuestros hijos puede ser la gran diferencia.
Te damos algunos consejos:
- Asigna tareas sencillas como tender la cama, o recoger sus juguetes o platos sucios.
- Establece horarios y rutinas ya que son formativas.
- Evita la humillación y la comparación.
- No pretendas ser “amigo” de tus hijos. Mantengan su lugar de padre y madre.
- Cumple tus promesas. Sé congruente con tus hechos y palabras.
- Dales toda tu atención cuando te busquen o pregunten algo.
Quizás ahora tus hijos sean pequeños y te agote cuidarlos cada día, pero cada momento que pasen juntos, con el tiempo serán los recuerdos de tu corazón.
“Si un niño vive con hostilidad, aprende a ser violento”.
Dorothy Law Nolte