Ser madre es uno de los roles más significativos en la vida una mujer. Es un hecho que cambia nuestra visión y nuestras prioridades. De pronto, el bebé se vuelve todo nuestro mundo. Giramos en torno a él. Con el paso de tiempo, ganamos confianza, aunque en realidad vamos aprendiendo a la par del crecimiento de los hijos. No es lo mismo ser madre de un niño en edad preescolar que de un adolescente. Además ¡no traen instructivo!
El instinto maternal se desarrolla poco a poco. Para una madre primeriza es normal sentir miedo y no creerse capaz de cuidar a un ser tan frágil, pero crecen ¡tan rápido! Y cuando menos te das cuenta ya tienes que dejarlos en el kínder sintiendo que el corazón se te parte en mil pedazos.
SUGERENCIAS:
- Cada etapa tiene su aprendizaje. Disfruta cada una. El tiempo no regresa.
- Confía en tu intuición.
- Dedica tiempo a forjar un lazo de confianza y amor con tus hijos.
- Juega y ríe con ellos, que no todo sea disciplina.
- Si te sientes incapaz en algún momento, busca ayuda profesional.
- Recuerda que eres la madre y no la amiga. Los límites son necesarios.
- Atención con la culpa. La madre perfecta ¡no existe!
- A mayor edad, mayor independencia. Cuidado con la sobreprotección.
Hay muchas formas de encarnar el arquetipo de la madre.Acepta el tipo de madre que seas.Algunas se dedican de lleno a ellos, otras en cambio tienen que trabajar y apoyarse en algún familiar o estancia infantil. A muchas mujeres les cuesta trabajo ser cariñosas. Habrá quienes anhelaban la maternidad con todo su ser y otras a quienes les agarró por sorpresa.
Como quiera que sea, ser madre no es sólo una gran responsabilidad, sino una sagrada encomienda.Cuando los hijos crecen, es tiempo de soltar y confiar en lo que les enseñamos. Sus alas podrán ser incipientes, pero si no permitimos que las desplieguen ¡jamás se fortalecerán!
No te conviertas en una madre tóxica. Recuerda que antes que madre, fuiste mujer.
Artículo escrito por Vianey Lamas
Escritora